septiembre 24, 2014

Colores y alegría máxima...

Hoy siento que por fin tengo la paleta de colores para empezar a colorear. Tenía el pincel pero mis pinturas eran muy pocas, había un lote guardado en una caja sellada con miedo.

Gracias a quienes han estado siempre para apoyarme y para hacerme reaccionar pude romper el sello y empezar a descubrir que hay más colores de los que imaginaba.

Esto debe ser la felicidad.

Sentirme bien plenamente con el mundo, la vida y, sobre todo, con mi yo interno. Encontré la calma que necesitaba. Ahora respiro sin ahogarme y siento más paz y armonía en mis venas.

Pasé por un proceso muy oscuro y casi llegué a la perder la luz y los pocos colores que tenía -no exagero-, pero ahora estoy contento porque esa sonrisa que había olvidado y que se había transformado en un reflejo y ya no era una expresión sincera volvió, y volvió llena de energía que me ha devuelto al Paolo que estaba atrapado en un mundo oscuro lleno de dudas y auto-rechazo.

Hoy con la frente en alto me miro al espejo y me gusta ser quien soy, me costó llegar a esto y sufrí montón, pero la vida es muy sabia y puso en mi camino a las mejores personas para ayudarme en cada momento. Un hermano que es mi amigo y el mejor consejero, a una hermana política -mi cuñi- que llegó del cielo para cachetearme y hacerme reaccionar. A mis primas que son mi vida: dos loquillas que siempre me acompañan y apoyan en todo, y una con la que somos clones, pero que vivimos en hemisferios diferentes con la que a pesar de la distancia siempre estamos unidos, con ellas tres puedo contar siempre para lo que sea y creo que ni lo saben, pero todos ellos me han dado la fuerza para hoy mirarme con una sonrisa.

Puede que todo lo que esté diciendo no tenga mucho sentido, y tal vez ni se entienda, pero es mi manera de decir a todos que hoy más que nunca soy feliz y siento que puedo pintar la vida como quiera porque ya no estoy solo... nunca lo estuve, pero estúpidamente así lo sentía.

Lo mejor de sentirme así es que puedo compartir esta felicidad con todo el mundo y eso es maravilloso, porque las sonrisas son contagiosas y es demasiado lindo ver a los demás reír.

Siento que cada día seré más y más fuerte y con toda esa energía me esforzaré por compartir esta alegría con todo el mundo sin importar la cara que pongan o lo que digan o piensen, les regalaré una sonrisa, aunque no la quieran, se las daré igual.

Felicidad!

septiembre 08, 2014

Introspección...

Impulsado por la necesidad llego a este momento en que debo analizar cada cosa que pasa por mi cabeza. Tengo que lograr encontrarme dentro de esta tormenta de pensamientos. Hay un choque de nubes neuronales y el enfrentamiento comienza. El mar de preguntas empieza a inundar el espacio y el aire se acaba poco a poco, debo hiperventilar para calmarme y aprovechar esos pequeños espacios con oxígeno. Inhalo calma y, poco a poco, voy exhalando la angustia que anuda mi garganta.

Logro un poco de calma y los pensamientos dejan de chocar para circular de forma más pausada. 

Empieza la búsqueda de explicaciones. Las respuestas se esconden y juegan a la duda, pero lucho por centrarme y llegar a ellas. Es difícil, pero poco a poco lo voy logrando y consigo llegar a algunas. Son dolorosas, porque nunca pensé que dentro de mi habitara tanto dolor, dolor que me alega resentido por esconderlo y no dejarlo ir. Lo tengo prisionero y por ahora sólo lo enjuicio y sigo dejándolo atrapado en aquella celda de barrotes gruesos reforzada con un campo magnético llamado miedo. Siento como la prisión se debilita y el temor pierde fuerzas, pero aún no es capaz de dejar libre a su prisionero. Me detengo y lo observo con más detalle. Me doy cuenta que abraza y protege a más emociones. La prisión no sólo encierra el cúmulo de dolor. Hay más, pero no logro ver qué es.

La angustia empieza a generar más y más preguntas que inundan aquellos pequeños espacios de oxígeno en los que lograba estar calmo para ver todo, ahora no hay dónde respirar por más que hiperventile. 


Decido parar. Intentaré hallar más explicaciones en otra sesión de búsqueda. Avanzaré hasta encontrar respuestas a todas aquellas interrogantes que se quedan en mi cabeza y me hacen tanto daño. Lucharé por encontrar las respuestas para que sean libres y en mi cabeza haya más espacio para la felicidad, pero de esa de verdad, esa que dibuja sonrisas que no duelen y que son espontáneas, incluso de aquellas rebeldes -que a mi juicio son las mejores- que aparecen sin que nos demos cuenta y que cuando lo hacemos no queremos que se vayan.