septiembre 05, 2013

I fell in love...

Aún recuerdo la primera vez que la vi. Fue un flechazo directo al corazón. Recuerdo perfectamente su aroma, una fragancia que mezclaba la esencia de algunas flores y el dejo suave de la brisa que acompañaba al día maravilloso en el que nos conocimos, esa brisa refrescante que peinaba nuestros cabellos a su antojo y permitía a las palmeras saludar a todo aquel que se cruzaba en su camino. El sol, radiante y lleno de energía, fue el testigo de cómo mis pupilas se dilataron y mi corazón empezó a agitarse como si corriera un maratón.

El día avanzaba y mi amor aumentaba. Nada podría quitar la sonrisa de mi rostro ni el brillo de mis ojos. Todo ese día fue perfecto y no hubo mala cara que borrara el gesto de felicidad que permanecía estampado en mi rostro.

Todo fue mágico y lo que más me atrajo fue sentir que todas esas emociones que recorrían mi cuerpo no eran casualidad ni mucho menos algo pasajero, sino que todo lo contrario, es como si tenía que estar ahí y para siempre y lo sigo sintiendo, sé que ese es mi lugar y que debo estar ahí para siempre.


Me enamoré de la ciudad de mis sueños y L.A. te advierto que volveré para quedarme porque tienes algo que me pertenece y que estoy dispuesto a recuperar: mi vida.


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