Hoy se celebró el día mundial del libro y no puedo dejar de pensar en uno que llegó a mi vida en un momento difícil y que me ayudó tanto que pasó a formar parte de mis favoritos, incluso más porque es el favorito de favoritos.
“Las ventajas de ser invisible” es uno de esos libros que releo y releo y cada vez es diferente, pero siempre “da en el clavo” y me ayuda cuando estoy mal y medio depre. Muchas personas no se dan cuenta de cómo nos sentimos realmente, a veces ni las que te conocen demasiado bien, o al menos a mí me pasa. Debe ser que mi sonrisa sabe ocultar muy bien el dolor.
El punto es que gracias a esta, para mí, obra maestra de Stephen Chbosky siempre me siento mejor y suena un poco extraño porque no es una obra feliz ni de autoayuda, pero es que me identifico tanto con Charlie, el protagonista, que sus reacciones me hacen dar cuenta de lo mal enfocado que estoy muchas veces y los consejos que lo ayudan a él también me han ayudado a superar mis problemas.
Lo maravilloso es que cada vez que lo leo me desligo de la historia y me sorprendo con detalles que antes no llamaron mi atención, porque no lograba conectar con ese episodio de la vida de Charlie y en ese momento llega a mi como un balde de agua fría que me hace despertar.
Cada página tiene una cita rescatable, una lección de vida, un mensaje de ayuda y todo debe ser por su gran dejo de realidad en todo lo que acontece, por esa maravillosa y perfecta forma en que se narra todo. Por dejarnos ser parte de cada uno de los eventos al estar dirigido a un “querido amigo” que perfectamente puede ser cada lector.
“Todavía podemos elegir a dónde vamos. Todavía podemos hacer cosas. Y podemos intentar sentirnos bien con ellas”… creo que esa cita logra sintetizar una de las mayores lecciones que me ha dejado el libro (hasta ahora, porque como dije, siempre me ayuda de formas diferentes). Con ese mensaje me doy cuenta que no debemos dejar que nada ni nadie nos haga creer que todo está acabado o que no somos capaces de dar más, porque la verdad es que cada uno tiene el derecho y el deber de elegir su camino y, por muy difícil que sea, no debemos dejar de luchar, porque siempre lo podemos conseguir. Todo está en nuestras manos no en la de los demás. Debemos aprender a dejar que el resto influencie tanto en nuestro actuar, no dejemos nuestra felicidad de lado por la de los demás. Podemos ser felices y así también los demás serán felices.

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