noviembre 07, 2015

Relax...

Llego al parque, me recuesto en el colchón verde que suavemente me reconforta, el sol me cobija y regalonea con unos rayos tímidos que se filtran entre las ramas de un árbol hipnotizador, la brisa me refresca y susurra cosas mágicas al oído. 

Cierro los ojos para disfrutar de todo el amor que la naturaleza me entrega. Reemplazo el ruido de la ciudad por la música que a través de los audífonos me transporta a otros lugares con sus melodías contagiosas y llenas de recuerdos. 

Respiro profundo. Me pierdo. Me dejo atrapar por este momento. Exhalo un suspiro de emociones. 
Abro los ojos y a través de esas hojas que siguen queriendo hipnotizarme veo como las nubes bailan al ritmo de la música; forman infinitas formas e interpretan, con su danza, cada escena de lo que me dicen las canciones que oigo. 

Disfruto de aquel espectáculo, del sol, el viento, el pasto, las hojas, los árboles y de todo lo que hace de este un momento único y especial, un regalo que recibo feliz y que no quiero dejar de disfrutar. 


octubre 26, 2015

Dreaming...

Que maravilloso se sintió estar entre tus brazos. Que me acariciaras la mejilla mientras me atrapabas con tu mirada. Fue mágico cuando sin decir una palabra sellaste aquel momento con un beso que me hizo sentir importante, querido, deseado...
Haberme sentido tan especial fue extraño, incómodo, pero a la vez muy gratificante; sin duda, algo diferente.
...
Lástima que desperté y nada de eso tan especial estaba a mi lado... ya no tenía a esas manos que me tocaron como si fuera un tesoro, ni esos ojos que me miraron con miedo a perderme, ni tampoco esos labios que me besaron como si fuera la última vez... 
Todo fue un sueño, un sueño maravilloso, pero solo eso, una fantasía de mi cabeza potenciada por mi corazón que grita por un poco de amor.
La vida sigue, y todo sigue igual, solo que hoy debo maquillar la sonrisa, porque después de despertar y caer de golpe a la realidad no tengo energía para que sea natural.
Ojalá pronto quieras volver a aparecer y hacer de mi sueño un episodio mágico y si quieres dejar de hacerlo en sueños y llenar de magia todos mis días tanto mejor, pero como sea, solo pido que no dejes de aparecer, porque es la ilusión de volver a verte (en mis sueños o en la realidad) la que me motiva a seguir creyendo.

septiembre 30, 2015

Destino...

Blair Waldorf dijo que es “para perdedores. Que solo es una excusa estúpida para esperar que las cosas pasen en vez de hacer que pasen”, y si bien encuentro que tiene algo de razón con ello, porque prefiero hacer que las cosas pasen a dejar que solo pasen (o no pasen), creo que también todo sucede por algo, y hoy, más que nunca, me he convencido de que el destino existe y que hace que nuestras vidas tomen un sentido diferente, o que cada persona que pone en nuestro camino es importante por algo, así como también nosotros estamos aquí por algo.

Hoy me pasaron muchas cosas que me han hecho pensar en ‘el destino’. Detalles que si no le damos vuelta son solo anécdotas de la vida, pero ¿qué pasa si son esos detalles los que nos hacen tomar decisiones? ¿o si esos detalles producen cambios importantes a nuestra vida?

Comencé a preguntarme cosas como esas después de que de la nada me cruzara con personas que no pensé ver, pero que aparecieron y me regalaron una sonrisa. Todo se da y punto.

No tenía planeado estar ahí en ese momento, pero todo surgió y fue ahí, en ese lugar especial, bajo el calor y la luz de un sol maravilloso, acompañados por una brisa refrescante y envolvente; fue ahí donde me regalaste tu sonrisa. Donde me paralizaste por un segundo en el que volví a escuchar tu voz. Ese segundo que aún me hace sonreír, ese segundo que tengo grabado.


La verdad es que no es nada importante, pero fue gracias a ese segundo que me replanteo todo y que empiezo a creer en lo que mi amiga me dijo: “es el destino”. Ahí nace todo otra vez. El destino y sus números que algo me quieren decir. ¿Felicidad? ¿Cambios? ¿Etapas? Sea lo que sea, pase lo que pase, seguiré sonriendo y feliz, porque así lo siento, porque así lo quiero.

septiembre 21, 2015

Do it...

Hoy me cansé de esos “me gustaría”, “algún día”, “podría hacerlo”, “si pudiera” y todas esas frases que nos hacen calmar la ansiedad por algo que nos apasiona pero tenemos miedo de arriesgarnos a por ellas.

Decidí correr el riesgo, dejar de pensar en los demás o en lo bueno o malo que pueda resultar de aquello. Solo hay que correr el riego y atreverse a ‘cruzar el río’, porque ¿qué es lo peor que nos puede pasar? ¿Perder? ¿No lograrlo? ¿Quedar donde iniciamos? Nada puede peor que quedarnos con las ganas de, por lo menos, haberlo intentado.


La vida continúa y cambia en cada segundo, cambiemos también con ella. Arriesguémonos, dejemos los miedos a un lado y, si no podemos hacerlo, cambiemos junto con ellos, pero no nos quedemos estáticos. La vida es una y nunca sabemos cuándo acaba, puede ser hoy o en cincuenta años más, pero lo importante es que cuando la mecha de vida se extinga podamos haber hecho todo lo que siempre quisimos.


junio 25, 2015

Soy yo...

Hola!

Hoy quiero contarles algo que realmente creo que está demás, porque no aporta ni quita a mi persona, pero lo hago porque mi terapeuta me recomendó hacerlo para cerrar un etapa y sentirme más ‘cómodo’ internamente.

Es difícil, y no voy a negar que estoy muy dudoso de continuar con esto, pero si lo estoy haciendo es porque creo que en algo me ayudará.

Para contarles lo que tengo que contar, voy a partir con algo de mi pasado, fases de mi vida que desencadenan el conflicto que me llevó a una terapia y por la cuál ahora estoy mucho mejor, pero un poco obligado a hacer esto para, como ya dije, cerrar etapas y seguir con la vida.

Me referiré a mi etapa escolar. Estudié toda la enseñanza prebásica, básica y media en un colegio católico. Para mí fue un muy buen colegio; se encargaron de reforzar valores que me inculcaron en casa y de enseñarme tantos más, también recibí una muy buena preparación académica y adquirí los conocimientos necesarios para enfrentar de la forma más adecuada una carrera profesional en la universidad. 

En el colegio también conocí a grandes personas con los que seguimos siendo amigos. También aprendí mucho de la vida gracias a la confianza y cercanía que los profesores y profesoras siempre generaron con nosotros los, entonces, alumnos.

A pesar de todo lo positivo y de lo muy agradecido que estoy del que fue mi colegio, le reprocho una cosa: la falta de acción contra el bullying.

Si bien, lo pasé bien en el colegio y tuve siempre grupos de amigos maravillosos, fui víctima de bullying desde muy pequeño, pero creo que la verdad me empezó a afectar desde el año 2001, cuando cumplí los 13. 

Ese año para mi fue muy duro. Me sentí solo. Aquel año en el colegio determinaron mezclar a los alumnos de los 4 cursos de la misma generación. Tuve la mala suerte de que mi mejor amigo, al que quería como un hermano, quedó en una sección diferente a la mía. Las primeras semanas de clases tratamos de seguir juntándonos en los recreos y después del colegio, pero con el pasar de los días él hizo nuevos amigos en su nuevo curso, cuando yo no pude, porque en el curso en el que estaba la mayoría de los niños eran los que me molestaban. Empecé a quedarme solo y tuve que integrarme a un grupo en el que solo habían niñas. Empecé a generar lazos de amistad muy fuertes con ellas, mientras soportaba las burlas de los hombres de la clase.

Mi mamá no entendía y siempre me reprochaba. Me decía que tenía que también tener amigos, pero ella no sabía que no podía siquiera saludar a alguno de mis compañeros sin recibir alguna burla. Yo le decía a mamá que no tenía temas en común con los niños y que, por lo menos, con mis amigas podía hablar de libros y películas; eso nunca la convenció, pero tampoco podía hacer nada para que dejara el nuevo grupo al que pertenecía.

Al año siguiente las burlas hacia mi eran generalizadas y ya no solo eran mis compañeros, porque incluso los de las otras secciones lo hacían, ahora también me apuntaban personas que ni sabía quienes eran, ya que eran de cursos mayores.

Yo trataba de demostrar que nada me afectaba, me hacía el fuerte e indiferente a todo lo que me decían, pero la verdad es que cuando llegaba a casa me desahogaba escribiendo y perdiéndome en mi soledad.

Un día me enfermé y no fui al colegio y recuerdo que cuando llegué al día siguiente las burlas habían disminuido, pero todos hablaban y susurraban a mis espaldas. Mis amigas me contaron que el día que había faltado, la profesora jefe del curso había hecho una sesión para averiguar qué estaba pasando, por qué todos me molestaban y nadie tenía argumentos, solo lo hacían por hacer daño. Mis amigas me defendieron y dijeron que tenían que parar porque ellas veían como eso me hacía daño. Eso me llamó mucho la atención, porque yo creía que lo ocultaba muy bien.

Después de ese episodio y que fue la única vez que el colegio – a través de la profesora – hizo algo, la vida siguió. Durante la enseñanza media las burlas no fueron tan recurrentes, pero seguían ahí. Yo veía como era objetivo de miradas y opiniones que no son las mejores para nadie. Pero la verdad es que a esa altura ya no me importaba tanto, me sentía protegido por mis amigas y por mi hermano mayor que alcanzó a estar un año compartiendo el mismo patio (yo en primero y él en cuarto medio) (primer y último año), así que nadie me decía nada, pero si me tocó ver que de repente personas de la generación de mi hermano hicieran algún comentario que a él lo ofendió, y eso no me gustaba; por lo mismo reforcé mi coraza y ya nada me importaba. Demostraba seguridad e indiferencia.

Esa estrategia funcionó a medias, porque logré que las burlas disminuyeran al demostrarles que ya no me importaba lo que dijeran, pero la verdad es que seguía sufriendo de forma privada.

En fin, esa fue mi etapa de víctima de bullying, pero aquí entra un punto clave del que me di cuenta hace poco en terapia. Al hacerme el fuerte y no demostrar lo que me producían las burlas, no me permití vivir procesos de introspección que son claves para el desarrollo, por lo mismo pasé por muchas depresiones, que jamás fueron tratadas, porque siempre oculté lo que sentía.

Mi vida estaba llena de miedo y vergüenza. No quería dar la razón a nadie. No quería herir a mis padres. No quería que por mi molestaran también a mi hermano. No quería que las personas a las que amo sufrieran por mi culpa.

Es por eso que me bloqueé y nunca acepté la realidad.

Pero hoy todo es diferente.

Hoy he aprendido a quererme y a aceptar que si a alguien no le gusta como soy, el problema no es mío. Hoy sé que no debo dejar que me afecte lo que piensen o no piensen los demás de mi, porque la vida se trata de eso, de que todos pensemos diferente y que cada uno crea en sus convicciones, pero sin hacer daño a los demás; y cuando nos hacen daño, seamos fuertes para superarlo y no dejar que esas malas intenciones nos dejen caer.
Hoy siento que mi vida brilla con chipas más intensas y eso me agrada.
Hoy siento que soy más auténtico.


Ese era el preámbulo para contarles esto que me ha cambiado, esto que gracias a una muy buena terapia descubrí… no, no descubrí, asumí y abrí los ojos a mi corazón que a golpes me torturaba y pedía que dejara ese estado de ceguera, para poder ser feliz.

Gracias a ese despertar hoy veo la vida llena de colores y soy feliz.

Aún siento vergüenza, y creo que es un poco normal, porque siempre me inculcaron que esto es incorrecto y MALO, pero la verdad es que no es así. No es bueno ni malo, solo es.

Me cuesta dar este paso, porque sé que causaré dolor a algunas personas, pero es a ellas que les pido, por favor, que piensen en todo lo oscuro que fue mi pasado por vivir en una mentira y en lo doloroso que sería mi futuro si no doy este paso.

Mi petición suena súper egoísta, porque solo pido que piensen en mi, pero siento que es necesario que se pongan en mis zapatos para que no sea un golpe tan duro y puedan llegar a aceptar esto, tal como yo lo estoy haciendo.

Supongo que ya se imaginan qué es lo que sigue, qué es lo que tengo que contar… Soy homosexual, y estoy orgulloso de serlo, porque estoy orgulloso de ser yo, así de simple.

Esto no es algo que escogí, la vida quiso que fuera así, y estoy feliz con ello.

No quería hacer esta confesión, porque creo que está demás, porque siento que las personas no andan confesando su heterosexualidad por la vida, pero los homosexuales tenemos que decirlo para que el resto lo sepa. Es injusto, pero nada que hacer. Me aconsejaron que lo hiciera, que me iba a ayudar y de verdad me siento más aliviado, lo que es una estupidez, porque no tengo por qué sentir un peso por ser yo, pero en fin, creo que es la base de todo lo que viene de antes, lo que carga la mochila, son esas burlas, esos reproches, las ofensas, la homofobia constante de la sociedad, las miradas despectivas y un montón de episodios que marcan la vida, pero con esta carta me desligo y no me haré cargo nunca más de esos comentarios maliciosos.


Hoy soy yo y punto.

abril 07, 2015

...Cuento.

III

A penas entramos nos topamos con una chica bajita de gran sonrisa. Me la presentó. Era una de sus roomates, faltaba un chico que llegaría más tarde.

Dejé mis cosas en un sillón y fui a la puerta de la cocina a preguntar si podía ayudar en algo. La respuesta fue negativa y solo dijo “tranquilo, tengo todo OK”.

Seguimos conversando de la vida mientras conversaba.  Reíamos mucho y en mi cabeza se repetía la imagen de nuestras manos entrelazadas una y otra vez. Sus miradas eran coquetas y creo que le respondía del mismo modo porque sonreía de forma especial.

A eso llega su otro roomate, un chico de estatura promedio, pelo corto y barba de unos días. Su mirada me intimidó por lo rudo que parecía, pero bastó un segundo para que sonriera y dejara ver su lado simpático y amable. Conversamos un rato y empezó a contarme cosas humillantes de la humanidad dueña de esas manos que me hacían sentir mariposas en el estómago.

-“Está lista la comidita”- dijo
(Sí, ‘comidita’, me encantó porque es algo que diría yo)

En menos de un minuto estábamos todos en la mesa probando unos ricos sándwiches de pollo con queso caliente.

Yo respondía al montón de preguntas básicas que me hacían los roomates. ¿De dónde eres? ¿Qué haces? ¿Qué te gusta?...

También aprendí de ellos. Ambos eran artistas. Bueno, estudiaban artes, pero eso no quita que ya lo fuesen, porque veía en los muros y en cada detalle del departamento obras e intervenciones hechas por ellos.

Luego de la comida, nos quedamos conversando un rato más de la vida y cosas, la verdad, sin importancia. Poco a poco nos dejaron solos.

Me acerqué al balcón y le conté lo mucho que me gustan las estrellas. Intenté ver alguna entre las luces de la ciudad. La encontré  y comencé a contarle  más de mi relación especial con las luces del cielo.

Entre tantas de mis boberías siento un abrazo que me enmudece y paraliza. Quedamos frente a frente. Sus ojos brillaban y yo me perdía en ellos. Su brillo era especial, más incluso que el de las estrellas a las que tanto amo. Me hipnotizaron.

Entrelazó sus manos con las mías y las miró. Acarició cada una moviendo sus pulgares. Soltó mi mano derecha y con la suya acarició mi rostro. Con ese gesto morí. Definitivamente ya me había perdido y no tenía idea de dónde estaba, solo sabía que era un lugar en el que me guiaban sus ojos y que cada caricia suya bombeaba sangre a todo mi cuerpo. De su boca nació una sonrisa tímida y coqueta. Se acercó y el brillo de sus ojos hizo que me perdiera en un beso cálido y dulce.
Sus labios se separaron de los míos y, sin decir una palabra, acarició mi rostro nuevamente, tomó mi mano y con un gesto invitó a sentarme a su lado en el balcón. Seguíamos mudos. Yo paralizado asimilando aquel momento lleno de magia.

Guió mi mano por sobre su hombro y quedamos abrazados mirando la noche citadina con una luna tímida y sus pocas estrellas parpadeantes.

Siguió acariciando mi rostro y nos perdimos en un beso maravilloso que deseé jamás terminara.

Ese fue nuestro momento, nuestra noche, nuestro encuentro mágico sellado con un beso que hechizó mi corazón y me dejó perdido en ese mundo en el que sus ojos son la única luz que quiero seguir.

marzo 13, 2015

Maktub...

Es maravilloso cuando tu vida cambia, cuando descubres nuevas emociones. Cuando sientes cosas que jamás creíste posibles.
Es maravilloso cuando todo se envuelve de magia y colores, cuando los rayos del sol brillan más fuerte y la luna te canta cada noche con un coro de estrellas.
Es maravilloso cuando un detalle, un mensaje o simple respiro te acelera el pulso y tu pecho se infla lleno de algo que no sabes bien lo que es, y te asusta, pero al mismo tiempo te gusta.
Es maravilloso cuando te roban la cabeza y no dejas de pensar en ese alguien especial.
Es maravilloso…
Es maravilloso…



Fue maravilloso sentir que la vida cambió y haber descubierto emociones que creía imposibles e incluso algunas que no sabía que existían.
Fue maravilloso ser atrapado por una magia superior, llena de colores y luz.
Fue maravilloso sentir la energía del sol y el cobijo de la luna.
Fue maravilloso notar como el corazón quería salir corriendo de lo acelerado que estaba con solo cruzar tu recuerdo en mi cabeza.
Fue maravilloso…
Fue maravilloso…


Hoy siento que la honestidad desvió esos caminos que por un tiempo se juntaron y nos guiaban a un mismo destino.
Hoy tengo miedo, miedo de que esto siempre sea igual. Miedo de no volver a sentir todas esas emociones maravillosas que ahora sé que existen y que me hicieron sentir maravilloso, e incluso infinito.

Soy valiente, pero el miedo me inunda y solo espero que la valentía rompa esa barrera que el destino forjó. Busco la forma de romper ese muro y volver a ese espacio en que todo es maravilloso otra vez.